De niño corría por las calles del Viejo San Juan y la Perla, no era el mejor ni el más destacado estudiante en la escuela; sin embargo, ante los ojos de Doña Carmen, su madre, siempre ha sido su soñador y emprendedor Chaquito.Fue precisamente a través de la mirada de su madre que José Antonio VargasVidot vio la posibilidad y el anhelo de lograr sus metas.Con gran esfuerzo y a la vez trabajando en múltiples empleos realizó supre-médica en la Universidad Interamericana. Luego al no contar con lascalificaciones requeridas para ingresar a la Escuela de Medicina del Recinto deCiencias Médicas, decide viajar a la República Dominicana, país que guarda unlugar especial en su corazón, para completar estudios en medicina. Al recibirsecomo médico, permaneció un año en el vecino país para ofrecer el serviciocomunitario requerido por la escuela de medicina, donde adquirió grandesexperiencias en el trabajo en comunidad y más que ser un médico aprendió serun salubrista.
Finalmente llegó el momento de regresar a Puerto Rico, una vez en la Islacomo todo recién graduado inició su carrera profesional con grandesexpectativas y con muchos deseos de curar y salvar vidas. Sin embargo, fueron múltiples las experiencias que una y otra vez invitaban al Dr. Vargas Vidot areflexionar no sólo sobre su vida sino sobre la vida de su prójimo, ese próximocon VIH, ese próximo usuario(a) de drogas. La escuela de la vida enseñó al Dr.Vargas no tan sólo a curar sino a sanar, a escuchar, a sentir con su prójimo.Con estos principios es su mente y en su corazón creó la organizaciónIniciativa Comunitaria desde donde hoy el Dr. José A. Vargas Vidot continúa suapostolado, invitando con su vida como ejemplo, a que abramos nuestro corazóna la solidaridad y a la compasión.
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