La generala en realidad no era tan dura. Estudiaba con sus hijas, como cualquier madre y para la campaña a la gobernación de Puerto Rico de 1948, cuando Victoria tenía siete años, Inés se encargó por tres meses de darles clases a sus hijas Viviana y Melo en el hogar. Victoria recuerda que al regresar a la escuela las hermanas estaban más adelantadas que el resto del grupo. "Ella hacía tan fácil el aprendizaje, sin recurrir ni a la machaca ni a la memorización", dijo. "Tenía una facilidad de enseñar que yo nunca vi en más nadie". Doña Inés sabía coser, tejer y bordar, y le apasionaba sembrar plantas, pero nunca tuvo vocación para la cocina y lo establecía claramente indicando que "la estufa es un altar donde yo no oficio", según recuerda su hija. A partir de los años 40, tuvo la suerte de contar con cocineras en las casas en que vivió en Isla Verde y Trujillo Alto, además de La Fortaleza. Sin embargo, la hija mayor de Melo asegura que Inés hacía un buen arroz con maíz, aunque ante tal aseveración, Victoria aclara de buen humor: "Yo no tengo recuerdo alguno de eso". Eso sí, Inés se encargaba de que sus hijas comieran bien y de todo pues, ante la ausencia de vacunas y de medicina preventiva, ésta era su manera de mantener a las niñas saludables (y gorditas, decían entonces).
Inés María Mendoza, nació en Naguabo, el 10 de enero de 1908. Maestra, ensayista y columnista y primera dama de Puerto Rico. Hizo sus estudios primarios y secundarios en su pueblo natal y luego pasó a la Universidad de Puerto Rico. En 1931 se graduó de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Se casó con Luis Muñoz Marín, primer gobernador puertorriqueño electo por el pueblo, convirtiendosé así en la Primera Dama durante dieciséis años. Fue para él, la compañera ideal, su inspiración y su apoyo. Su empeño en preservar la naturaleza, su preocupación por la educación pública y su amor por nuestra tierra fueron las características esenciales que siempre la distinguieron.
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